Frankenstein, de Mary Shelley

jueves, 17 de diciembre de 2015

Frankenstein

Autora: Mary Shelley
Editorial: Alianza
ISBN: 9788420666495
Páginas: 239


Sinopsis
Víctor Frankenstein es un joven que, tras cursar estudios de fisiología, comienza a interesarse de manera enfermiza por la posibilidad de dar vida a materiales inertes. Sirviéndose de fragmentos de cadáveres, crea finalmente un monstruo que constituirá el origen de un vuelco en su vida. Movido por el horror y el arrepentimiento, deambulará por el mundo en persecución del monstruo tratando de resolver el desastre causado con su labor científica.


Reseña de Rustis

Frankenstein ha sido hasta la fecha uno de los libros afectados por mi poca atracción hacia el terror. Mis únicos acercamientos a la historia habían sido a través de fragmentos de películas, algunas de ellas muy antiguas, que forman parte de la iconografía clásica de esta obra: el monstruo gigantesco, de enormes zapatones, cabeza cuadrada y repleta de cicatrices, con dos grandes tornillos en las sienes. Aunque resulte casi infantil el recuerdo de esta imagen como origen de mi declarada falta de atención al libro, lo cierto es que siempre había tenido la impresión de que la obra -aunque posiblemente bien escrita- respondía al género de terror pero, además, en una variante que en absoluto casa con mis gustos: los monstruos, zombis, etc.
Cuando Magrat, del blog Crónicas en ferrocarril propuso hace varias semanas realizar todo un ciclo de lectura y cine dedicado a Halloween, pasó por mi cabeza la posibilidad de acudir a algún clásico, evitando autores más actuales que, por lo general, no han conseguido ni mi atención ni un mayor aprecio por mi parte hacia el género. De ahí, y aunque muchas semanas más tarde de lo lógico (¡¡perdón, Magrat!!), surge esta lectura personal -no sé si acertada o no- de uno de los libros sin duda más visitados y nombrados por los lectores.



Pese a este recorrido previo por mi relación con el terror, me atrevo a opinar que Frankenstein no es una novela de miedo; al menos, no lo es para un lector actual, mucho más acostumbrado a través del cine o la televisión a la imaginería de la muerte, a la fealdad o al uso de espacios oscuros. Quizá en su momento provocó pánico en los primeros lectores: confieso que no me he parado a investigar al respecto de su recepción en la época, pero si atendemos al prólogo que la propia Mary Shelley escribió en 1831, la historia nace de un encuentro de varios intelectuales, entre ellos Lord Byron y el matrimonio Shelley. En aquella velada se propuso que cada uno creara una historia de miedo. El origen, por lo tanto, relaciona a Frankenstein con el terror y por ello explicito esa posibilidad elevada de que sea nuestra distinta percepción de la realidad tres siglos después la que afecte al género de la novela. Una razón más de peso que nos empuja a evitar, paulatinamente, la innecesaria clasificación estándar, más allá del uso de las etiquetas generales «Novela», «relato», «narración», «poesía», «prosa», «teatro», etc.

Por estas causas que cito, Frankenstein ha sido para mí una lectura sorprendente y que, contra todo pronóstico, ha pasado directamente a mi lista de «clásicos imprescindibles» (que algún día os contaré...). La obra, pese a ser una novela más bien breve, no es exactamente un «page-turner»: la historia guarda cierto misterio y consigue en determinados momentos provocar el deseo de seguir leyendo. Sin embargo, esos fragmentos van enmarcados por otros donde el narrador correspondiente se para más bien en un discurso de carácter filosófico o ético, que requiere de la máxima atención pero busca de forma prioritaria suscitar la reflexión pausada. Esta curiosa mezcla, más que resultar confusa, convierte al libro en un texto muy completo, del que se pueden sacar gran cantidad de lecturas diversas.

El argumento principal se para en el personaje del propio Frankenstein: contrariamente a lo que suele ser la creencia popular, el protagonista no es el monstruo, sino su creador. Tras una época de estudios universitarios centrados en la química, la fisiología y la medicina, termina por interesarse en la posibilidad de la materia inerte para ser revivida a través del uso de la electricidad. Se trata de un debate científico de actualidad en la época de escritura del libro: el galvanismo. Es el origen de todos los acontecimientos que suceden en la obra, aunque en cierto modo se traduce sólo en una pequeña mecha que da luz a muchos otros temas.

Mary Shelley


La monstruosa creación de Frankenstein, la criatura sin nombre ni apenas descripción, resulta un co-protagonista excepcional: en la mayor parte de la novela ambos irán intercambiando su voz como narradores de la historia. A ellos se suma un tercero, un navegante que a través de cartas a su hermana, es el primero en presentarnos a Frankenstein, a quien se encuentra muchos años después de crear al monstruo, en el momento en que trata de darle alcance y poner fin a sus desgracias. Esta voz tripartita es una más de las complejidades de una novela nada sencilla en su estructura y en sus posibilidades críticas pero que, sin embargo, puede ser del gusto de todo tipo de lectores por conectar con instintos, temas y preocupaciones muy comunes.

A destacar, fundamentalmente, la extraordinaria ambientación, el modo en que, con un lenguaje totalmente característico de la época romántica, nos introduce Shelley en escenarios góticos, lúgubres, llenos de oscuridad pero muy vivos por la fantástica capacidad de descripción de la autora. A través de los personajes nos movemos entre la empatía hacia el loco científico a quien sus inventos le provocan terror, y una piedad y comprensión inmensas hacia el errante monstruo sin nombre, personaje afortunadamente representativo del mito del «buen salvaje»; con él, insisto, Frankenstein no nos habla del miedo, del terror, sino de la diferencia. Nos habla de cómo ese ser desgraciado, primer afectado por las locuras del creador, vive apartado del mundo por el pánico que genera entre los humanos, y termina por fluctuar entre un maravilloso autodidactismo tierno y empático, y una irreprochable conducta violenta fruto de su deseo de venganza.

El debate sobre el hombre que juega a crear y ser Dios, la eterna lucha por lograr vencer a la muerte, están abiertos en esta fantástica obra.


Mi propuesta para acompañar vuestra lectura es una excelente película de Mel Brooks, en la que se parodia el personaje creado por Mary Shelley: El Jovencito Frankenstein





7 comentarios:

  1. Gran reseña para una de mis novelas favoritas. A mí también me sorprendió la primera vez que la leí. Tan diferente a lo que esperaba...
    Besotes!!!

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  2. Es uno de mis clásicos pendientes, y espero ponerle remedio al asunto este año que empezará en nada. Yo sí soy amiga del género de terror, incluso en su versión más clásica (Poe, Lovecraft, ...) pero nunca me he animado con "Frankenstein" a pesar de lo mucho que me fascina su autora. Me has dejado con muchas ganas.
    Besos.

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  3. Muy buena reseña, he visto la película pero el libro lo tengo pendiente, besotes

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  4. La leí el año pasado (la edición de Austral, con la magnífica traducción de José C. Vales de los papeles originales de Mary Shelley conservados en la Bodleian Library) y la disfruté enormemente. Además tuve la suerte de compartir la lectura con Letras en la Sopa y lo pasamos en grande discutiendo diversos aspectos. Sí es que un clásico imprescindible, pero no estoy de acuerdo contigo cuando dices que no es un libro de terror. A mí me parece la historia más terrorífica jamás contada o no te acuerdas de ese "Estaré contigo en tu noche de bodas" ¿Puede haber algo más terrorífico que te aseguren que irán asesinando uno a uno a todos tus seres queridos?

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  5. Es un clásico que tengo pendiente. Una preciosa reseña.

    Besos

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  6. Lo tengo pendiente, este año me gustaría hacerle hueco
    Besos

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