LIBER, 2013

martes, 15 de octubre de 2013

Aunque ya han pasado varios días desde que se celebró el Salón Internacional del Libro, LIBER, en Madrid, no quería dejar pasar la oportunidad de hacer una pequeña crónica de mi visita.
Tengo que dar las gracias a la Editorial Planeta, pues a través de un concurso publicado por ellos en Facebook, gané dos entradas para asistir a los actos destinados a profesionales. Aquí intervino, y pese al premio, un poquito de mala fortuna. Un mensaje no leído en la red social, y mi ya "buen amigo" dolor de espalda, provocaron que no llegara a tiempo para participar en esos actos. Así que tuve que conformarme con visitar el festival Liberatura el sábado, cuando ya la asistencia era abierta a todo el público y se había terminado la participación de las editoriales con sus stands. Pero allá que me fui, de la mano de mi marido, que de vez en cuando se convierte en pequeño cómplice de mis andanzas literarias, esta vez haciendo de fotógrafo para que yo no perdiera ripio, libretita en mano, de lo que sucedía. Aquí nos podéis "ver" a los dos (chica pelo recogido-chico jersey rojo), en primera fila, disfrutando de una de las charlas.

De izquierda a derecha: Eduardo Mendicutti, Fernando Olmeda (presentador del acto), Ray Loriga y Marta Rivera de la Cruz


Pese a este pequeño golpe de mala suerte, no me arrepiento en absoluto de haber asistido. Pude estar en dos de los coloquios programados, hacer algunas fotos para ilustraros el evento, y tomar notas de todo lo que cada uno de los autores dijo y que me resultó de interés.

Lo que más llamó nuestra atención, al principio, fue el gran número de asistentes que quisieron ver la mesa titulada "Los misterios de la historia y las historias de misterio". Un sábado por la tarde, con solecito y buena temperatura, muchos quisieron dejar claro que la novela histórica es uno de los géneros que goza de mejor salud en la actualidad.
La charla, interesantísima, viajó por los cauces ya habituales en estos casos. ¿Qué es una novela histórica? ¿Cuánto hay de histórico en este género? ¿Realidad, historia, ficción, historia novelada? Los expertos autores que allí se reunieron - Javier Sierra, Juan Eslava Galán, Santiago Posteguillo y Ernesto Pérez Zúñiga-, lo tenían más o menos claro.

De izquierda a derecha: Javier Sierra, Juan Eslava Galán, Fernando Olmeda (presentador del acto), Ernesto Pérez y Eduardo Posteguillo



No es lo mismo, por supuesto, el discurso del historiador que el del novelista que se sirve de contenidos tomados de él para crear sus libros. Todos coincidían: para Eslava Galán, el centro de la cuestión reside en el hecho de que el escritor puede "hacer lo que quiera" (hasta un punto relativo) con la información histórica hasta llegar, incluso, a permitirse el lujo de falsear de algún modo determinados documentos; los límites, en cualquiera de los casos, son difusos, ya que ni la novela de contenido histórico cuenta, por supuesto, la verdad de los hechos, ni la historia "real" deja de ser una construcción: es un relato más, que puede servirse de un cierto grado de ficción, dependiendo de quién la cuenta, o desde qué punto de vista lo hace. Así, Javier Sierra afirma que "El mundo en el que vivimos es una ficción que nos hemos inventado" (solamente hay que leer la prensa y ver cómo un mismo hecho adquiere diferentes relatos según la línea editorial que toque).
Me quedo, de entre todas las notas que tomé, con las palabras de Ernesto Pérez, quien señalaba, muy en tono juanramoniano, que la novela simplemente tiene "el privilegio de parar la historia pasada en un eterno presente". De ahí, quizá, la enorme atracción que el género provoca en el lector medio actual.

Vino el turno después de Eduardo Mendicutti, Ray Loriga y Marta Rivera de la Cruz, en un mesa redonda titulada "Viajeros de sofá: teletransportación literaria". Nos quedamos sobre todo con las estupendas recomendaciones literarias de todos ellos, y la gracia con que, especialmente Mendicutti, nos rogaba que leyéramos, a modo de distracción, Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell. Un libro que yo también recuerdo con cariño, y que realmente nos teletransporta desde nuestros sofás hacia un territorio donde se juntan la ternura y el humor a partes iguales.

Eduardo Mendicutti

En esa teletransportación, para todos juega un papel importante la infancia, lugar hacia el que los tres miraron durante la charla como inicio de sus pasos lectores y como mundo al que recurrir para nutrir sus propias historias. Nada nuevo bajo el sol, claro, pero sigue resultando llamativo que ni un solo escritor en el mundo sea capaz de abandonar la niñez y ese pequeño síndrome de Peter Pan. Parece que lo que uno lee en sus primeros años marca, para siempre, su relación con la literatura y con el mundo en general.

En conjunto, lo que vivimos en Liberatura fue una agradable tarde de encuentro relajado con los autores, que además de compartir sus pensamientos, firmaron libros para el público asistente y convirtieron el frío y gris espacio del Madrid Arena en un lugar lleno de palabras y mucho más vivo.

CRÓNICA DE RUSTIS

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